Solo Con El Corazón Se Ve Bien; Lo Esencial Permanece Oculto
Vivimos en un mundo obsesionado con la apariencia, donde lo visible domina nuestras decisiones y juicios. Sin embargo, lo más valioso de la vida, aquello que realmente importa, suele estar oculto a simple vista. Solo con el corazón se puede percibir lo que los ojos no alcanzan a comprender.
Más allá de las apariencias
En una sociedad que prioriza lo inmediato, es fácil olvidar que la profundidad de una persona o de una experiencia no puede medirse con un vistazo superficial. Nos acostumbramos a juzgar por lo evidente, por lo tangible, sin detenernos a explorar las capas ocultas de la realidad. Pero lo esencial—los sentimientos, las intenciones, los lazos invisibles que nos unen—permanece fuera del alcance de la mirada distraída.
La visión del corazón
Ver con el corazón implica una forma distinta de percibir el mundo. No se trata de negar la razón, sino de complementarla con sensibilidad, empatía y comprensión. Significa escuchar lo que no se dice, entender lo que no se muestra, y valorar a las personas por lo que son en esencia, más allá de lo que proyectan exteriormente.
La trampa de lo superficial
Quien solo confía en sus ojos puede perderse lo más importante. Los sentimientos genuinos, la bondad sincera, la belleza que no se impone sino que se descubre poco a poco, son invisibles para quien no sabe mirar con el alma. La prisa y el escepticismo pueden cegarnos ante lo que realmente da sentido a nuestra existencia.
Reflexión final
Mirar con el corazón es un acto de valentía en un mundo que se rige por lo superficial. Requiere sensibilidad y tiempo, pero a cambio nos permite acceder a lo más auténtico de la vida. Porque lo esencial, lo que realmente vale, nunca se exhibe de forma obvia: hay que aprender a sentirlo, a descubrirlo con los ojos cerrados y el alma abierta.
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